capitulo 9


Capítulo 9

Entré en su mente, una vez más viendo y experimentando directamente lo que sucedía a su alrededor.
Estaba entrando de nuevo en el ático de la capilla, lo que confirmaba mis peores temores. Igual que la última vez, no encontró resistencia. Dios mío, pensé, podría el sacerdote ser peor protegiendo su capilla.
La puesta del sol iluminaba la colorida vidriera, enmarcando la silueta de Christian: estaba sentado en el asiento de ventana.
"Llegas tarde", le dijo a ella. "Llevo un tiempo esperándote."
Lissa se sentó en una de las sillas cojas, quitándole el polvo. "Pensé que estarías con la Directora Kirova.”
Negó con la cabeza. "No fue para tanto. Solo me suspenderán una semana, eso fue todo. No es que fuese difícil escaparse." Hizo un gesto con la mano." Como puedes ver".
"Me sorprende que no te hayan castigado más tiempo”
Un rayo de luz iluminó sus ojos azul cristalino. "¿Decepcionada?"
Ella se veía impresionada. "¡Le prendiste fuego!"
"No, no lo hice. ¿Viste alguna quemadura? "
"Él estaba cubierto en llamas."
"Las tenía bajo control. Las mantuve lejos de él".
Ella suspiró. "No deberías haber hecho eso".
Dejando su posición relajada, se sentó y se inclinó hacia ella. "Lo hice por ti".
"¿Atacaste a alguien por mí?"
"Por supuesto, se estaba metiendo contigo y con Rose. Ella estaba haciendo un buen trabajo en contra de él, supongo, pero pensé que podía necesitar algo de ayuda. Además, con eso también se callará cualquier cosa sobre el zorro. "
"No deberías haberlo hecho", repitió, apartando la mirada. No sabía cómo sentirse acerca de esta "generosidad". "No actúes como si todo lo hubiese hecho por mi. Te gustó hacerlo. Una parte de ti quería – solamente por que sí"
La expresión de orgullo de Christian cayó, siendo sustituida por una de sorpresa. Lissa no sería adivina, pero tenía la increíble capacidad de leer a la gente.
Al verlo con la guardia baja, continuó. "Atacar a alguien con magia está prohibido - y ese es exactamente el motivo por el que querías hacerlo. Realmente te entusiasmo hacerlo".
"Esas normas son estúpidas. Si usásemos la magia como arma en lugar de sólo para cosas estúpidas, los Strigois no matarían a tantos de nosotros. "
"Estás equivocado", dijo con firmeza. "La Magia es un regalo. Es pacífica."
"Sólo porque ellos lo dicen. Estás repitiendo la misma línea de pensamiento con la cual nos han alimentado toda la vida." Se levantó y paseo por el pequeño espacio del ático. "Pero no siempre fue así, sabes. Acostumbrábamos a luchar del lado de los guardianes - hace siglos. De repente, la gente comenzó a asustarse y se detuvieron. Pensando que era mas seguro ocultarse. Y olvidaron los hechizo de ataque."
"Entonces, ¿cómo lo sabes?"
Le dio una torcida sonrisa. "No todos los olvidaron."
"¿Como tu familia? ¿Al igual que tus padres? "
La sonrisa desapareció. "No sabes nada sobre mis padres."
Su rostro se oscureció, su mirada se endureció. Para la mayoría de las personas, se vería amenazador e intimidante, pero cuando Lissa admiró y estudió sus facciones, de repente parecía muy, muy vulnerable.
"Tienes razón", admitió suavemente, después de un momento. "No lo sé. Lo siento."
Por segunda vez en esta reunión, Christian parecía sorprendido. Probablemente, nadie se disculpaba con el tan a menudo. Qué demonios, nadie le hablaba con frecuencia. Ciertamente, nadie lo escuchaba. Como siempre, pronto reanudó su actitud arrogante.
"Olvídalo." Bruscamente, dejó de caminar y se arrodillo delante de ella para que pudiesen mirarse a los ojos. Al tenerlo tan cerca, ella retuvo el aliento. Una sonrisa peligrosa aparecido en su rostro. "Y realmente, no sé por qué tú, de todas las personas, estás tan indignada de que haya usado magia “prohibida”. "
"¿Yo de entre todas las personas? ¿Qué quieres decir? "
"Puedes hacerte la inocente tanto como quieras - y estás haciendo un trabajo muy bueno - pero yo sé la verdad. "
"¿Qué verdad es esa?" Ella no podía ocultarme su inquietud a mí o a Christian.
Se acercó aún más. "Usas la coacción. Todo el tiempo".
"No, no la uso." Dijo ella inmediatamente.
"Por supuesto que la usas. He permanecido despierto todas las noches tratando de averiguar cómo fuisteis capaces de alquilar un lugar e ir a la escuela sin que nadie al menos quisiera conocer a vuestros padres. Entonces lo averigüé. Estabas usando la coacción. En primer lugar, probablemente fue así como consiguieron salir de aquí. "
"¡Ah sí. Así que simplemente lo adivinaste. Sin ninguna prueba. "
"Tengo todas las pruebas que necesito, tan sólo observándote."
"Me has estado observando - espiándome - para probar que estoy usando la coacción?"
Se encogió. "No. En realidad, te he estado observando, simplemente por que me gusta. La coacción fue un bonus. Te vi el otro día utilizarla para ampliar el plazo de entrega de la tarea de matemáticas. Y lo utilizaste con la Sra. Carmack cuando quiso que hicieras mas pruebas".
"¿Entonces pensaste que fue la coacción? Tal vez soy muy buena convenciendo a las personas." Había un tono desafiante en su voz: comprensible, teniendo en cuenta su miedo y su rabia. Pero pronunció su mensaje con una sacudida de pelo, que - si no lo supiese - podría haber sido un coqueteo. Y yo lo sabía... ¿verdad? De repente, ya no estaba segura.
Él continuó, pero algo en sus ojos me dijo que se había fijado en su cabello, que siempre se fijaba en todo lo relacionado con ella. "La gente se queda con esa miada ridícula cuando hablas con ellas. Y no habló de cualquier persona – eres capaz de hacerlo con los Moroi. Probablemente con los dhampirs, también. Ahora bien, eso es una locura. Ni siquiera sabía que eso era posible. Eres una especie de celebridad. Algún tipo de celebridad maligna que abusa de la coacción." Eso fue una acusación, pero su tono y su presencia irradiaban la misma línea de coquetería que la de ella.
Lissa no sabía qué decir. Tenía razón. Todo lo que había dicho era verdad. Su coacción era lo que nos había permitido eludir a las autoridades y vivir en el mundo exterior sin la ayuda de los adultos. Era la que nos ha permitido convencer a los bancos de que nos dejasen coger parte de su herencia.
Y usarla se consideraba tan malo como usar la magia como un arma. ¿Por qué no? Era un arma. Una poderosa, una que podía ser utilizada de forma abusiva muy fácilmente.
Los niños Moroi aprendían a muy temprana edad que usar la coacción, era algo muy, muy malo. Nadie les enseñaba a utilizarla, aunque todos los Moroi, técnicamente, tenían esa capacidad. Lissa la sabía usar – muy bien - y, como Christian señaló, ella podía hacerlo con los Moroi, así como con los humanos y los Dhampirs.
"¿Qué vas a hacer entonces?" Ella preguntó. "¿Te vas a chivar?"
Se sacudió la cabeza y sonrió. "No. Creo que es atractivo."
Lo miró, con los ojos bien abiertos y el corazón latiendo rápidamente. Algo sobre la forma de sus labios la intriga. "Rose cree que eres peligroso", soltó a causa del nerviosismo. "Ella cree que puedes haber matado al zorro. "
No sabía cómo sentirme al verme implicada en esta extraña conversación. Algunas personas me tenían miedo. Tal vez el lo tenía.
A juzgar por la diversión en su voz cuando habló, parecía que no. "La gente creé que soy inestable, pero tengo que decirte, que Rose es diez veces peor que yo. Claro, eso hace más difícil que las personas se metan contigo, entonces todo está bien para mí." Inclinándose en sus talones, finalmente rompió el espacio íntimo entre ellos. "Yo no lo hice. Pero averiguaré quién lo hizo... y lo que le hice a Ralf no tendrá punto de comparación".
Su valiente oferta de venganza aterradora, exactamente no tranquilizó a Lissa... pero si la dejó un poco emocionada. "No quiero que hagas nada. Y todavía no sé quién lo hizo".
Se inclinó hacia ella y tomó sus muñecas en sus manos. Comenzó a decir algo, entonces se detuvo y miró hacia abajo sorprendida, moviendo los dedos hacia la luz, las cicatrices casi habían desaparecido. Mirándola nuevamente, tenía una extraña – para ser él – cara de bondad.
"No sabrás quién lo hizo. Pero sabes algo. Algo que no me estas contando".
Lo encaró, una espiral de emociones le revoloteaban en el pecho. "No puedes saber todos mis secretos", murmuró ella.
Miró de nuevo a sus muñecas y las soltó, aquella sonrisa torcida regresó a su cara.
"No, creo que no."
Una sensación de paz se extendió en ella, un sentimiento que pensé que sólo yo podía aportarle. Volviendo a mi propia cabeza, y a mi habitación, me senté en el suelo mirando mi libro de matemáticas. Luego, por razones que no se supe con certeza, lo cerré y lo tiré contra la pared.


Me pasé el resto de la noche pensando hasta que llegó el momento de la supuesta reunión con Jesse. Bajé las escaleras, y fui a la cocina - un lugar que podía visitar libremente siempre y cuando no me llevase mucho tiempo - y me encontré con su mirada mientras cruzaba la zona común.
Pasando a su lado, me detuve y le susurré. "Hay una habitación en el cuarto piso que nadie utiliza. Toma las escaleras que hay al otro lado de los baños y estén allí en cinco minutos. La cerradura de la puerta está rota."
Me obedeció al instante, y nos encontramos en la habitación oscura, polvorienta y desierta. La disminución del número de guardianes a lo largo de los años dio lugar a una gran cantidad de dormitorios completamente vacíos, una triste señal para la sociedad Moroi, pero terriblemente conveniente ahora.
Se sentó en el sofá y yo me acosté allí, poniendo mis pies en su regazo. Todavía estaba irritada con el extraño romance de Lissa y Christian en el ático, y solo quería olvidarme de todo aquello por un momento.
"¿Estás aquí realmente para estudiar o fue solo una escusa?", Le pregunté.
"No. Era cierto. Tenía que hacer un trabajo con Meredith" El tono de su voz indicaba que él no era muy feliz con la idea.
"Oooh", lo provoqué. “¿Hacer un trabajo con una dhampir a pesar de su sangre real? ¿Debería estar ofendida? "
Él sonrió, mostrando una boca con unos dientes y colmillos perfectos. "Tú eres mucho más atractiva que ella.”
"Me alegra saber que te gusto." Había una especie de calor en sus ojos que me estaba excitando, así como su mano que se deslizaba por mi pierna. Pero tenía que hacer algo primero. Había llegado el momento de la venganza. "Mia también, ya que la dejáis andar con vosotros. Ella no es la realeza. "
Sus dedos juguetonamente tocaron mi pantorrilla. "Está con Aaron. Y tengo muchos amigos que no son de la realeza. Y amigos que son dhampir. No soy un idiota."
"Sí, pero ¿sabías que sus padres son prácticamente sirvientes de los Drozdovs?"
La mano sobre mi pierna se paró. Yo había exagerado, pero él estaba loco por los chismes - y era conocido por esparcirlos.
"¿En serio?"
"Si. Fregando el suelo y cosas de ese tipo. "
"Huh".
Pude ver los engranajes girando en sus oscuros ojos azules, y tuvo que ocultar una sonreír. La semilla había sido plantada.
Me senté, acercándome a él y poniendo una pierna sobre su regazo. Puse mis brazos a su alrededor, y sin más preámbulos, los pensamientos de Mia desaparecieron mientras aumentaba su testosterona. Él me besó con impaciencia - descuidadamente- empujándome contra el respaldo del sofá, y me relaje con la que sería la primera actividad física agradable que hacia en semanas.
Nos besamos de esa manera por mucho tiempo, y no lo detuve cuando desabotonó mi blusa.
"No voy a tener relaciones sexuales", lo advertí entre besos. No tenía intención de perder mi virginidad a un sofá de una habitación.
Se paró, pensando en ello y, finalmente, decidió no forzarme. "Bien."
Pero él me empujó en el sofá, poniéndose encima de mí, todavía besándome con la misma ferocidad.
Sus labios fueron a mi cuello, y cuando las puntas de sus afilados colmillos me rozaron la piel, no pude evitar soltar un suspiro de placer.
Se alejó un poco, mirándome con una enorme sorpresa. Por un momento apenas pude respirar, recordando aquel flujo de placer que la mordida de un vampiro me podía hacer sentir, preguntándome cómo se sentiría mientras hacíamos esto. Entonces los viejos tabúes regresaron. Incluso si no teníamos relaciones sexuales, dar sangre mientras hacíamos esto, era sucio, estaba mal.
"No" le advertí.
"Lo quieres." Su voz estaba llena de excitación. "Lo puedo ver."
"No, no quiero".
Sus ojos se encendieron. "Lo deseas. Como - Oye, ¿ya lo has hecho antes? "
"No" me mofé. "Por supuesto que no."
Aquellos hermosos ojos azules me miraban y yo podía ver las ruedas girando a través de ellos.
Jesse podría coquetear mucho y tener una boca grande, pero no era estúpido.
"Actuaste como si lo hubieras hecho. Te excitaste cuando te rocé el cuello. "
"Besas muy bien," lo contraríe, aunque no muy cierto. Babeaba un poco más de lo que prefería. "¿No crees que todos sabrían si yo tuviese donado sangre?"
Entonces lo comprendió. "A menos que no lo hicieras antes de irte. Lo hiciste cuando te marchaste, ¿verdad? Alimentaste a Lissa".
"Claro que no", repetí.
Pero él estaba en el buen camino y lo sabía. "Era la única forma. No teníais alimentadores. Oh, hombre. "
"Ella encontró unos," Le mentí. Es la misma mentira que la que le habíamos contado a Natalie, la que ella había extendido y que nadie - excepto Christian - había puesto en duda. "Muchos humanos quieren hacer eso. "
"Claro" dijo sonriendo. Y acercó de nuevo su boca a mi cuello.
"No soy una puta de sangre." Le advertí, alejándome de el.
"Pero lo quieres. Te gusta. Todas las chicas dhampirs lo quieren." Sus dientes estaban en mi piel de nuevo. Afilados. Maravillosos.
Sentí que la hostilidad sólo empeoraría las cosas, entonces decidí controlar la situación con la provocación.
"Para", le dije suavemente, colocando un dedo sobre sus labios. "Te lo dije, no soy así. Pero si quieres hacer algo con su boca, puedo darte algunas ideas."
Aquello despertó su interés. "¿Sí? ¿Cómo qu-?"
Y ahí fue cuando la puerta se abrió.
Nos separamos rápidamente. Estaba preparada para tratar con un compañero o incluso con una inspectora. Para quien no estaba preparada era para Dimitri.
Reventó la puerta como si esperase encontrarnos, y en ese terrible momento, con él furioso como una tormenta, entendí por qué Mason lo había llamado 'dios'.
En un abrir y cerrar de ojos, cruzó la sala y agarró a Jesse por su camisa, casi levantando al Moroi del suelo.
"¿Cuál es tu nombre?" gritó Dimitri.
"J-Jesse, señor. Jesse Zeklos, señor."
"Sr. Zeklos, ¿tienes permiso para estar en esta parte del dormitorio?"
"No, señor."
"¿Conoces las reglas sobre las interacciones entre hombres y mujeres por aquí?"
"Sí, señor."
"Entonces te sugiero que salgas de aquí tan rápido como puedas, antes de que te entregue a alguien para que te castigue por tus actos. Si te vuelvo a ver de esta forma"-Dimitri señaló a donde yo me encogía, medio vestida, en el sofá - "Yo seré el que te castigue. Y te dolerá. Mucho. ¿Me entiendes?"
Jesse tragó, con los ojos muy abiertos. Ninguna de sus habituales bravuconadas se mostraba ahora. Supongo que influía el ser agarrado por el cuello por un hombre ruso muy violento, muy alto, y muy enojado. "Sí, señor!"
"Entonces, vete". Dimitri lo soltó y, si es posible, Jesse salió de allí más rápido incluso de lo que Dimitri había pasado a través de la puerta. Mi mentor, se dirigió enseguida a mí, con un peligroso brillo en sus ojos. No dijo nada, pero el mensaje de desaprobación, me llegó alto y claro.
Y de repente hubo un cambio.
Era casi como si hubiera sido pillado por sorpresa, como si nunca me hubiese visto antes.
Si hubiese sido cualquiera otra persona, hubiese dicho que me estaba estudiando. Fuese lo que fuese, el definitivamente estaba estudiándome. Estudió mi cara, mi cuerpo. En ese momento, repentinamente me di cuenta de que estaba solo en vaqueros y sujetador - un sujetador negro. Sabía perfectamente que no había muchas chicas en la escuela que se veían tan bien en sujetador como yo. Incluso un tipo como Dimitri, que parecía tan centrado en el deber, en el entrenamiento y en todo lo demás, tenía que apreciar eso.
Por último, noté que un rubor se extendía en mí, y que su mirada estaba causando en mí más que los besos de Jesse. Dimitri era tranquilo y distante a veces, pero él también tenía una dedicación e intensidad que no había visto en ninguna otra persona. Me preguntaba cómo ese poder y la fuerza se traducía en... bueno, sexo. Imaginé como sería que el me tocase- Mierda!
¿Qué estaba pensando? ¿Estaba loca? Avergonzada, escondí mis sentimientos con actitud.
"¿Ves algo que te guste?", Le pregunté.
"Vístete."
La forma de su boca se endureció, y cualquier cosa que el pudiese estar sintiendo terminó.
La ira de su voz me hizo olvidar mi atribulada reacción. Inmediatamente abroché mi blusa, incómoda al ver su lado agresivo.
"¿Cómo nos encontraste? Me estás siguiendo para asegurarte de que no vuelvo a escaparme?"
"Cállate", me reprendió, se inclinó hacia abajo hasta estar al en mismo nivel. "Un portero te vio y lo reportó. Tienes alguna idea de la estupidez que acabáis de hacer? "
"Lo sé, lo sé, todo eso de la condicional, ¿verdad?"
"No sólo eso. Estoy hablando de la estupidez de estar en esa situación en primer lugar. "
"Estoy en este tipo de situaciones todo el tiempo, camarada. No es gran cosa." La rabia sustituyó al miedo. No me gustaba que me trataran como una niña.
"Deja de llamarme así. No sabes de lo que estás hablando. "
"Por supuesto que lo se. Tuve que hacer un informe sobre Rusia y la RSSR el año pasado. "
"U.R.S.S. Y es una gran cosa para un Moroi estar con una chica dhampir. Les gusta alardear de eso".
"¿Y?"
"¿Y?" Me miró con repugnancia. "¿No tienes respeto? Piensa en Lissa. Te hacer ver como una chica fácil. Vives de acuerdo con lo que muchos ya piensan de las chicas dhampirs, y esto se refleja en ella. Y en mi."
"Oh, ya veo. ¿Es eso de lo que estamos hablando? Estoy perjudicando tu gran y malvado orgullo masculino? ¿Tienes miedo de que arruine tu reputación? "
"Mi reputación ya está formada, Rose. Me puse mis metas y luche por ellas, hace ya mucho tiempo. Lo que será de tu vida aún está por ver". Su voz se volvió a endurecer. "Ahora vuelve a tu habitación - si es que lo puedes hacer sin tirarte a otra persona."
"¿Esta es tu sutil forma de llamarme perra?"
"He oído las historias que contáis. Historias sobre ti. "
Ouch. Quería gritarle que no era de su incumbencia lo que hacia con mi cuerpo, pero algo en la ira y la decepción en su rostro me hizo dudar. Y no sabía lo que era.
"Decepcionar" a alguien como Kirova no era mucho, pero a Dimitri... Me acordé de lo orgullosa que me sentí cuando me elogió en los últimos entrenamientos. Viendo como eso desaparecía de él... bueno, de repente me hizo sentir como si fuese tan fácil como asumió que yo era.
Algo se rompió en mí. Parpadeando para alejar las lágrimas, dije, "¿Por qué es tan malo... no se, divertirse? Tengo diecisiete años, sabes. Debería aprovechar esto".
"Tienes diecisiete, y en menos de un año, la vida y la muerte de alguien estará en tus manos."Su voz seguía siendo firme pero había también un toque de delicadeza. "Si fueses humana o Moroi, podrías divertirte. Podrías hacer cosas que las otras chicas pueden hacer".
"Pero estás diciendo que no puedo".
Se distanció, sus ojos negros miraron a la nada. Estaba recordando algo. "Cuando tenía diecisiete conocí a Iván Zeklos. No éramos como tú y Lissa, pero nos hicimos amigos, y me solicitó como su guardián cuando me gradué. Yo era el mejor alumno de la Academia. Prestaba atención a todas las clases, pero al final, no fue suficiente. Así es nuestra vida. Un desliz, una distracción... "
Suspiró. "Y es demasiado tarde."
Se formó un nudo en mi garganta cuando pensé que un desliz o una distracción podrían costarme la vida de Lissa.
"Jesse es un Zeklos", le dije, de repente al darme cuenta de que Dimitri ha expulsado a un pariente de su antiguo amigo y cargo.
"Lo sé".
"¿Eso te molesta? ¿Te recuerda a Iván? "
"No importa cómo me siento. No importa cómo nos sentimos ninguno de nosotros."
"Sin embargo, te molesta." De repente se hizo evidente para mí. Podía leer su dolor, a pesar de que trataba esconderlo. "Sufres. Todos los días. ¿No? Le echas de menos. "
Dimitri me miró sorprendido, como si no quisiese que lo supiera, como si hubiese expuesto algunos de sus secretos. Siempre pensé que era un tipo duro, resistente y anti-social, pero tal vez si mantenía lejos de las personas para no sufrir si algún día las perdía. La muerte de Iván le había dejado una marca permanente.
Me preguntaba si Dimitri era un tipo solitario.
La mirada de sorpresa desapareció, y volvió a ponerse serio. "No importa cómo me sienta. Ellos son lo primero. Debemos protegerlos".
Pensé de nuevo en Lissa. "Sí, lo son".
Hubo un largo silencio antes de que comenzase a hablar de nuevo.
"Me dijiste que querías luchar, luchar de verdad. ¿Sigue siendo verdad? "
"Sí. Absolutamente.”
"Rose... te puedo enseñar, pero tengo que creer que realmente vas a participar. Participar de verdad. No te puedes distraer con cosas como estas." Dijo echando un vistazo a la habitación. "¿Puedo confiar en ti?"
Una vez más, quise llorar ante su mirada atenta, ante la seriedad de la pregunta. No entendía por que tenía ese poderoso efecto en mí. Nunca me había importado tanto lo que alguien pensase de mí. "Sí, te lo prometo."
"Entonces, te enseñaré, pero necesito que seas fuerte. Sé que odias correr, pero es realmente necesario. No tienes idea de cómo son los Strigois. La escuela trata de prepararos, pero cuando veas lo rápido y lo fuerte que ellos son... bueno, no te lo puedes imaginar. Por lo tanto, no puedes dejar la carrera y las preparaciones. Si quieres aprender mas sobre como luchar, tenemos que tener más entrenamientos. Voy a tomar más de tu tiempo. Apenas tendrás tiempo para hacer tus deberes o para cualquier otra cosa. Estarás cansada. Muy cansada. "
Pensé en ello, sobre él y sobre Lissa. "No importa, haré lo que me digas. "
Me estudió intensamente, como si se estuviese preguntando si creer en mi o no. Finalmente asintió. "Comenzaremos mañana."



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