Capitulo 3


Capítulo 3

Nos mandaron directos a nuestras aulas después de la reunión, me pareció muy cruel, más fue lo que hizo Kirova. Lisa fue conducida lejos, y yo la atendí antes de ir, satisfecha con que se me permitiese leer su temperatura emocional.

La verdad, primero me llevaron con un orientador. El era un anciano Moroi, me acordaba de él, de cuando había estado aquí. Sinceramente pensaba que ya no estaría en la escuela. Era tan viejo, tenía que haberse jubilado. O muerto.

La visita duró unos cinco minutos. No me habló de mi regreso tan solo me hizo algunas preguntas sobre mis clases en Chicago y Pórtland. Las comparó con las de mi viejo registro y me entregó un nuevo horario.

Lo pegué con tristeza y me dirigí a mi primera clase.

Horario:

1º Técnicas de combate avanzado para guardianes.

2º Teoría de guarda-costas y protector personal 3

3º Musculatura y condición física.

4º Artes lingüísticas de 3º año (aprendices)

-Comida-

5º Comportamiento y fisiología animales

6º Pre-cálculo

7º Cultura Moroi 4

8º Artes eslavas

Agh. Había olvidado como de largos eran los días en la Academia. Aprendices y Morois tenían aulas separadas el la primera mitad del día, lo que significaba que no vería a Lissaaté hasta después de la comida- si tuviéramos alguna clase juntas por la tarde.

La mayoría de las clases eran de 3º , entonces sentí que mis posibilidades eran buenas.

Artes Eslavas me impresionó por que era una de esas opciones a las que nadie se apuntaba y después iba todo el mundo.

Dimitri y Alberta me escoltaron hasta el gimnasio donde tenía mi primera clase, ninguno de los dos parecieron reconocer mi existencia. Andando detrás de ellos vi que ella tenía el pelo corto y en su nuca la marca de la promesa y las marcas molnija. Ahora no me importaba mucho por que mi nuca no tenía tatuajes, mas yo nunca me cortaría el pelo.

Ella y Dimitri andaron de lado a lado casi como si fuera un día normal. Cuando llegamos las reacciones de mis colegas me indicaron que no era nada de eso. Todas las miradas estaban puestas en mí. No sabría decir si me sentía como una estrella de rock o como una aberración del circo.

Ok, entonces si yo me iba a quedar por un tiempo no podía actuar como si les tuviese miedo. Antes, Lissa y yo teníamos el respeto de esta escuela, y ya era hora de que les recordara esto. Busqué algún rostro familiar, la mayoría eran chicos. Uno de ellos atrajo mi atención y casi se me escapa una risilla.

-Hey Mason, enjuágate la baba de la cara. Si vas a imaginarme desnuda, hazlo en el lugar apropiado-

Algunas risillas quebraron el temeroso silencio, e Mason Ashford despertó de su atontamiento y me dirigió una sonrisa torva. Con aquel pelo rojo arrogante escapándose desordenadamente, él era bonito, mas no superguapo. Él era una de las personas más divertidas que conocía.

Él y yo éramos buenos amigos antiguamente.

-Este es mi turno, Hathaway. Yo estoy conduciendo la lección de hoy-

.-Oh, si?-repliqué- Hum. Bien, yo pienso que este es el momento de pensar en mi desnuda, entonces-

-Siempre es buen momento para imaginarte desnuda- dijo una voz. Eddie Castile. También era uno de mis antiguos amigos.

Dimitri balanceó la cabeza y dijo algo en ruso que no sonaba muy gentil. Bien, en cuanto a mí, ya me había convertido en un aprendiz de nuevo. Este grupo era uno relajado, menos preocupado en el linaje y en la política que la mayoría de los Moroi.

Rápidamente estaba rodeada por los chicos y chicas que me preguntaban que había estado haciendo durante este tiempo.

Un guardián mayor le llamó la atención a Mason y este gritó la orden de empezar a hacer unos ejercicios.

-Bueno, haber que sabes hacer- me dijo.

Una hora después tenía su respuesta.

-No has estado practicando, no?

-Own- gemí incapaz de proferir otra palabra.

Él me tendió una mano y me ayudó a levantarme del tapiz en el que me había derrumbado unas quince veces.

-Te odio- le dije mientras me frotaba la rodilla.

-Pero me odiarías más si me contuviese, no?- respondió con una sonrrisa.

-Sí, eso es verdad- concedí.

-En verdad lo hiciste bien.

-Lo que?- dije incrédula.

-Bien, pasaste dos años sin entrenar, eso es mucho es lógico que estés así. Míralo por el lado bueno, por lo menos puedes andar.- dijo con una sonrisa malvada.

-Mencioné ya que te odio?

Él me dio otra sonrisa- No te enfades… Tu eres una luchadora, pero no tienes posibilidad de hacer los exámenes de primavera..

-Ellos me pusieron clases extra, voy a estar preparada.

-Quien te va a dar las clases extra?

-Dimitri.

Mason paró de andar y me miró-Fuiste asignada a Daí para que te diese clases extras?

-Sí, y lo de Daí.

-Daí por que es un dios.

-Exagerando mucho?

-No, el es un Dios, normalmente él es bastante antisocial, pero en la lucha wow…Si piensas que ahora estás mal cuando él acabe contigo vas a estar muerta.

Bien, una cosa más de que preocuparme.

Yo me fui para mi siguiente aula, era la clase de técnicas teóricas para los guardianes de 3º. Esperaba que estar en el mundo real protegiendo a Lissa me diera alguna ventaja.

Cuando entré en el aula me senté y descubrí a Dimitri en el fondo de la clase.

-Pero que tenemos aquí, que privilegio tenerla aquí Hathaway- dijo el profesor Stan, era un sujeto imponente.

-Bueno si tiene la amabilidad me va a ayudar a dar la clase- dijo- Veamos, debo suponer que usted utilizaba alguna técnica para proteger a Lissa, no?

-Mm... técnicas?

-Sí, cosas como dormir por el día para vigilar por la noche, esas cosas ya las dimos, pero espere usted no estaba aquí, como iba a saberlo?, Me está diciendo que se escapó con la realeza y que no tomó usted ninguna medida de protección?
De nuevo el mismo discurso que Kirova, salvo que, con más testigos.
"Nunca nos encontramos con un Strigoi", contesté rígidamente.
"Obviamente", dijo con una sonrisa. "Me di cuenta de eso al ver que sigues viva".
Quería gritarle que tal vez podría haber derrotado a algún Strigoi, pero después de haber recibido una paliza en la clase anterior, tuve ahora la sospecha de que no podría sobrevivir a un ataque de Mason, y mucho menos al ataque de un Strigoi de verdad.
Como no dije nada, Stan comenzó a caminar por delante de la clase.
"Entonces, ¿qué hiciste? ¿Cómo te aseguraste de que permaneciese segura? ¿Evitaban salir de noche? "
"A veces". Eso era cierto - especialmente los primeros día después de huir. Nos relajamos un poco después de unos meses sin ningún ataque.
"A veces", dijo alzando la voz, haciendo que mi respuesta sonase totalmente ridícula. "Bueno, supongo que dormías de día y hacías guardia por la noche. "
"Err... no ".
"¿No? Pero esta es una de las primeras cosas que se menciona en el capítulo sobre la vigilancia en solitario. ¡Oh, espera, no sabías eso por que no estabas aquí".
Me tragué mis palabras. "Vigilaba el área siempre que salíamos", le dije, necesitando defenderme.
"Oh? Eso ya es algo. ¿Que utilizó, El Método de Vigilancia de Cuadrante de Carnegie o la Revisión Rotatoria?
No dije nada.
"Ah. Creo que usaste el método Hathaway, Vistazo-Alrededor-Cuando-Me-Acuerde. "
"¡No!" Exclamé irritada. "Eso no es cierto. La vigilé. Está viva, ¿verdad?
Caminó de vuelta a mí y se inclinó. "Por que tuvisteis suerte".
"Los Strigoi no están a la espera en cada esquina," le contesté "No es como lo que hemos aprendido. Es más seguro de lo que lo hacen ver".
"¿Seguro? ¿Seguro? Estamos en guerra con los Strigoi! ", Gritó. Pude oler en su aliento el café de tan cerca que estaba. "Uno podría acercarse a ti y romper tu precioso cuello, incluso antes de que lo vieras - y ni tan siquiera tendrá que sudar para hacerlo. Puedes ser más rápida y fuerte que un Moroi o un humano, pero no eres nada, nada en comparación con un Strigoi. Ellos son peligrosos y mortíferos. ¿Y sabes lo que los hace tan fuertes? "
De ninguna manera iba a dejar que este imbécil me hiciese llorar. Aparté mi mirada de él, intentado enfocar mi mirada en cualquier otra cosa. Mis ojos se encontraron con Dimitri y los demás guardianes. Con los rostros impasibles, asistían a mi humillación.
"Sangre Moroi", susurré.
"¿Qué fue eso?" Stan pidió más alto. "No te he escuchado".
Me giré para encararlo. "La sangre Moroi! La sangre Moroi los hace más fuertes."
Asintió con satisfacción y dio algunos pasos atrás. "Sí. Eso es. Se hacen más fuertes y más difíciles de destruir. Matan y beben de los seres humanos o dhampirs, pero quieren sangre Moroi por encima del resto. Es lo que buscan. Acudieron al lado oscuro para obtener la inmortalidad, y harán cualquier cosa para mantener esa inmortalidad. Strigoi desesperados ya atacaron a Morois en público. Grupos de Strigoi ya han invadido Academias como esta. Existen Strigoi que han vivido durante varios siglos y se han alimentado de varias generaciones de Morois. Es casi imposible matarlos. Son la causa de la disminución de los Moroi. No son lo suficientemente fuertes - incluso con guardianes - para protegerse. Algunos Moroi no ven sentido ninguno en huir y simplemente se entregan a los Strigoi. Y cuantos más Moroi desaparecen... "
"...mas dhampirs desaparecen", terminé.
"Bien", dijo, lamiendo la saliva que tenía en los labios. "Parece que has aprendido algo después de todo. Ahora tenemos que ver si puedes aprender lo suficiente como para aprobar esta materia y clasificarte para la parte práctica del semestre que viene."
Ouch. Me pasé el resto de la horrible clase - por suerte, en mi lugar – repasando aquellas últimas palabras en mi mente. La parte práctica del tercer año era la mejor parte del entrenamiento de un aprendiz. No teníamos clase la mitad del semestre. En lugar de ello, cada uno era asignado a un estudiante Moroi a quien debería proteger y seguir por ahí. Los Guardianes adultos nos vigilarían y nos pondrían pruebas, como ataques sorpresa y otras amenazas. Como aprendiz la parte práctica era casi tan importante como todas las clases juntas. Su resultado influiría en la designación del Moroi al que protegeríamos después de la graduación.
¿Y yo qué? Solo había una Moroi a la que quería proteger.
Dos clases más tarde, finalmente obtuve mi descanso del desayuno. Mientras salía disparada por el campus hacía la zona común, Dimitri empezó a caminar junto a mí, no parecía especialmente divino - a menos que contases su belleza sobrehumana.
"Supongo que has visto lo que sucedió en la clase de Stan?" Le pregunté, sin preocuparme por los títulos.
"Sí"
"¿Y no piensas que fue injusto?"
"¿Tenía razón? ¿Crees que está plenamente preparada para proteger a Valisia? "
Miré el suelo. "La mantuve viva", murmuré.
"¿De la misma forma en que luchaste con tus compañeros hoy?"
Era una mala pregunta. No le respondí y sabía que no era necesario. Había tenido otra clase de entrenamiento después de la de Stan, y sin duda Dimitri había visto como me daban otra paliza.
"Si no puedes luchar contra ellos -"
"Sí, sí, lo sé", le corte.
Redujo su larga marcha para ajustarse a mi lento caminar. "Eres fuerte y rápida por naturaleza. Sólo tienes que permanecer entrenada. ¿No practicaste algún tipo de deporte mientras estabas fuera? "
"Claro," Me encogí de hombros. "De vez en cuando".
"¿Formaste parte de algún equipo?"
"Demasiado trabajo. Si quisiese practicar tanto me hubiese quedado aquí".
Me dio una mirada enojada. "Nunca serás capaz de proteger a la princesa si no perfeccionas tus habilidades. Siempre te quedarás atrás".
"Voy a ser capaz de protegerla", dije ferozmente.
"No tienes ninguna garantía de que seas asignada a ella, ya lo sabes – en las practicas o después de la graduación." La voz de Dimitri era baja y sin remordimientos. No le habían asignado un mentor agradable y amistoso. "Nadie quiere romper la conexión - pero tampoco le asignarán un guardián inadecuado. Si quieres quedarte con ella, entonces tendrás que esforzarte. Tienes las clases y me tienes a mí. Quieras o no. Eres la elección ideal para proteger a la Valisia cuando las dos se gradúen – si consigues demostrar que eres digna. Espero que lo consigas. "
"Lissa, se llama Lissa" Lo corregí. Ella odiaba su nombre completo, y prefería su nombre americanizado.
Cuando él se fue, de repente, ya no me sentí con tan mal humor.
Había perdido mucho tiempo desde que salí de clase. Casi todos los demás ya estaban en la zona común para el almuerzo, deseosos de aprovechar al máximo su tiempo social. Yo misma casi estaba apunto de volver allí cuando una voz por detrás de una puerta entreabierta me llamó.
"¿Rose?”
Mirando en la dirección de la voz, vi a Víctor Dashkov, su amigable rostro sonriéndome al mismo tiempo que apoyaba en un bastón cerca de la pared del edificio. Sus dos guardianes estaban cerca, pero a una distancia cortés.
"Sr. Dash-er, Su Alteza. Hola".
Me corregí a tiempo, casi había olvidado los términos de la realeza Moroi. No los había usado cuando habíamos vivido con los humanos. Los Moroi escogen a su rey de entre las doce familias reales. El primogénito de la familia obtenía el título de "príncipe" o "princesa". Lissa ganó ese título porque era la única que quedaba viva de su linaje.
"¿Cómo fue tu primer día?", Preguntó.
"Aún no ha acabado," Traté de pensar en algo para hablar. "¿Se va a quedar unos días de visita?"
"Me iré esta tarde después de haber pasado a saludar a Natalie. Cuando me enteré de que la Valisia – y tú - habíais regresado, simplemente quise venir a verlas. "
Hice un gesto con la cabeza, sin saber qué decir. Él era más amigo de mi Lissa que mío.
"Quería decirte..." Dijo de forma vacilante. "Entiendo la gravedad de lo que hiciste, pero creo que la Directora Kirova falló al no reconocer una cosa. Mantuviste a Valisia a salvo todo ese tiempo. Eso es impresionante. "
"Bueno, no es como si me hubiese enfrentado a los Strigoi o algo", le dije.
"¿Pero te enfrentaste a alguna cosa?"
"Claro. Una vez la Academia mandó psi-Hounds".
"Extraordinario".
"No realmente. Evitarlas fue muy fácil".
Se rió. "Cacé con ellas alguna vez. No son tan fáciles de engañar, no con su fuerza e inteligencia." Eso es cierto. Las Psi-Hounds eran una de las muchas especies de criaturas mágicas que vagaban por el mundo, criaturas que los seres humanos no sabían que existían. Los Hounds viajaban en manadas y compartían una especia de comunicación psíquica que los hacían totalmente mortales para sus presas -, también lo hacia el hecho de que ellos se parecían a lobos mutantes. "¿Te enfrentaste a alguna otra cosa?"
Me encogí de hombros. "Pequeñas cosas."
"Extraordinario", repitió.
"Suerte, supongo. Parece que estoy bastante atrasada en todo esto de ser guardián." Acababa de sonar igual que Stan.
"Eres una chica inteligente. Te pondrás al día. Y también tienes esa conexión".
Desvié la mirada. Mi capacidad de "sentir" a Lissa había sido un secreto durante tanto tiempo, que era extraño que otras personas lo supiesen.
"La historia está llena de relatos de guardianes que podían sentir cuando sus cargos estaban en peligro." Continuó Víctor.
"Desarrollé el hobby de estudiar eso y algunas de las costumbres antiguas. He escuchado que se trata de una enorme ventaja."
"Creo que sí." Me encogí de hombros. Vaya hobby más aburrido pensé, imaginándomelo leyendo atentamente historias pre-históricas en una biblioteca húmeda llena de telarañas.
Víctor inclinó la cabeza, su rostro lleno de curiosidad. Kirova, y los otros habían tenido esa misma expresión cuando mencionamos nuestra conexión, como si fuésemos ratas de laboratorio. "¿Cómo es- si no te incomoda mi pregunta?"
"Es... No lo sé. Es como un zumbido que me dice siempre como se siente. Por lo general, sólo son emociones. No podemos enviarnos mensajes o algo así." No le conté que a veces me deslizaba en su mente. Esta parte era incluso más difícil de comprender, incluso para mí.
"¿Pero no funciona en forma inversa? ¿Ella no puedo sentirte? "
Negué con la cabeza.
Su rostro se iluminó maravillado. "¿Cómo sucedió?"
"No sé", le dije, desviando aún la mirada. "Simplemente se que comenzó hace dos años".
Frunció el ceño. "¿Cerca del momento del accidente?"
Vacilante, asentí. El accidente era un tema que no quería tocar. Los recuerdos de Lissa ya eran lo suficientemente malos sin tener que sacar a relucir los míos. Metal retorcido. Una sensación de calor, después de frío, luego caliente de nuevo. Lissa gritándome, gritando para que me despertase, gritando para que sus padres y su hermano se despertasen. Ninguno lo hicieron, sólo yo.
Y los médicos dijeron que era un milagro en sí mismo.
Aparentemente, al ver mi malestar, Víctor dejó el tema y volvió a su entusiasmo inicial.
"Aún no puede creerlo. Hace tanto tiempo que eso no ha pasado. Si ocurriese más a menudo... piensa sólo en lo que eso podría hacer en la seguridad de los Moroi. Si, al menos, otros pueden experimentarlo también. Tengo que hacer más investigación y ver si a otros les sucede lo mismo. "
"Si." Estaba impaciente, no importaba cuánto me gustase. Natalie hablaba mucho, y estaba bien claro de quien había heredado esa cualidad. El tiempo del desayuno se estaba acabando, y aunque los aprendices y los Moroi compartían las clases de la tarde, Lissa y yo no tendríamos mucho tiempo para hablar.
"Tal vez podríamos-" Empezó a toser, un gran ataque lo dominó haciendo que todo su cuerpo temblase. Su enfermedad, el Síndrome de Sandovsky, atacaba sus pulmones
mientras arrastraba el cuerpo hasta la muerte. Le lancé una mirada ansiosa a sus guardianes, y un dio un paso adelante. "Su Alteza", dijo amablemente, "usted debe entrar. Hace mucho frío aquí".
Víctor asintió. "Sí, sí. Y estoy seguro de que Rose quiere comer". Se dirigió a mí. "Gracias por hablar conmigo. No puedo dejar de subrayar lo mucho que significa para mí que Valisia esté a salvo - y tú ayudaste con eso. Le prometí a su padre que cuidaría de ella si algo le sucediese, y sin embargo me sentí como un completo fracasado cuando se fueron. "
Sentí como si mi estomago se contrajese cuando me lo imaginé sumido por la culpa y la preocupación cuando desaparecimos. Hasta ahora, nunca había pensado en como se habían sentido los demás cuando nos marchamos.
Nos despedimos, y finalmente llegué a la escuela. Cuando entré, sentí como la ansiedad de Lissa aumentaba. Ignorando el dolor en mis piernas, apresuré mis pasos hasta la zona común.
Y casi tropiezo en ella.
Pero ella no me había visto. Ni las personas que estaban a su alrededor: Aarón y aquella muñequita. Me detuve y escuché, captando sólo el final de la conversación. La chica estaba inclinada hacia Lissa, que se veía más sorprendida que cualquier otra cosa.
"A mí me parece como algo que provenía de una venta de objetos usados. Pensé que una Dragomir tendría cierto nivel." Remarcó con desbordante burla la palabra Dragomir.
Agarrando a la niña muñeca por el hombro, la empujé alejándola. Ella era tan ligera, que salió disparada un metro y casi se cayó.
"Ella tiene nivel", le dije, "y esa es la razón por la que ya has terminado de hablar con ella."

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