Capitulo 4


Capítulo 4

Esta vez, gracias a Dios, nadie nos prestó atención, pero algunas personas que pasaban caminando se detuvieron a mirar.
"¿Qué diablos crees que estás haciendo?" Preguntó la Chica Muñeca, sus grandes ojos azules estaban brillando con furia. Ahora, al tenerla cerca, tuve una mejor visión de ella. Tenía la misma tez magra de la mayoría de los Moroi, pero no su altura normal, que era parte del motivo de que pareciese tan joven. El pequeño vestido púrpura que llevaba era hermoso – lo que me recordaba que yo estaba vestida con ropas de segunda mano - pero una inspección más atenta me hizo pensar que era una falsa imitación de algún diseñador.
Crucé mis brazos. "¿Estás perdida, niña? La escuela primaria está en el lado oeste del campus".
Un rubor de color rosa le coloreó las mejillas. "Nunca más me vuelvas a tocar. Si me jodes a mí, yo te haré lo mismo."
¡Oh hombre, qué oportuna era. El oportuno movimiento de cabeza de Lissa me impidió soltarle unos cuantos comentarios. En cambio, opté por la simple fuerza bruta, por así decirlo.
"Y si tu te vuelves a meter con nosotras, te romperé en dos. Si no lo crees, pregúntele a Dawn Yarrow que le hice a su brazo en octavo grado. Probablemente tú deberías estar tomando la siesta* cuando sucedió. "
* En el jardín de la infancia en los Estados Unidos "la siesta", es después del almuerzo, cuando les dan de comer a los bebes.
El incidente con Dawn no fue uno de mis mejores momentos. La verdad es que no esperaba romperle ningún hueso cuando la empuje contra el árbol. Sin embargo, el incidente me había dado una mala reputación, además de la de sabelotodo. La historia había adquirido un estatus legendario, y me gustaba imaginar que todavía se contaba alrededor de las fogatas al anochecer. A juzgar por la mirada en el rostro de la muchacha, así seguía siendo.
Un miembro de la patrulla dio una vuelta justo en ese momento, lanzándonos una mirada de sospecha a nuestra reunioncilla. La Chica Muñeca se alejó, agarrando a Aaron por el brazo. "Ven", le había dicho.
"Hey, Aaron", le dije alegremente, recordando que él estaba allí. "Fue bueno verte de nuevo. "
Me saludó rápidamente y me dio una sonrisa incómoda, mientras que la niña lo arrastraba alejándolo. El viejo y bueno de Aaron. Podía ser agradable y guapo, pero no era agresivo.
Me giré hacia Lissa. "¿Estás bien?" Asintió con la cabeza. "¿Alguna idea de quién es la persona que acabo de amenazar?"
"Ninguna." Comencé a conducirla a la cola para el almuerzo, pero ella negó con la cabeza. "Tengo que ir a ver los alimentadores".
Una sensación graciosa me atravesó. Me había acostumbrado a ser su fuente principal de sangre y volver a la rutina normal de los Moroi parecía extraño.
De hecho, casi me molestó. No debería. Las alimentaciones era parte de la vida cotidiana de un Moroi, una cosa que no pude ofrecerle cuando nos marchamos de allí. Había sido una situación incómoda, una que a mí me dejaba débil en los días de alimentación y a ella en los días entre ellos. Debía de estar feliz por que ella volviese a la normalidad.
Forcé una sonrisa. "Claro."
Caminamos a la habitación de los alimentadores, que estaba al lado de la cafetería. Estaba hecha de pequeños cubículos, que separaba el lugar en un intento de proporcionar privacidad. Una mujer Moroi de cabellos oscuros nos recibió en la entrada y miró detenidamente en su portafolio, pasando las páginas. Cuando encontró lo que buscaba, hizo algunas anotaciones y luego hizo un gesto para que Lissa la acompañara. Me dio una mirada confusa, pero no me impidió la entrada.
Nos guió a uno de los cubículos donde una mujer regordeta de mediana edad estaba sentada ojeando una revista. Levantó la vista al sentir nuestra presencia y sonrió. En sus ojos, pude ver la mirada soñadora y vidriosa que la mayoría de los alimentadores tenía.
Probablemente ya casi había alcanzado su cuota del día, a juzgar por el subidón que tenía.
Al reconocer a Lissa, amplió su sonrisa. "Bienvenida de nuevo, princesa".
La recepcionista nos dejó, y Lissa se sentó en la silla junto a la mujer. Sentí un sentimiento de malestar en ella, un poco diferente al mió. Después de tanto tiempo también era extraño para ella. La alimentadora, sin embargo, no tenía esas reservas.
Una mirada hambrienta cruzó su rostro - como un drogadicto que estaba a punto de recibir una nueva dosis.
Un sentimiento de horror cayó sobre mí. Era un viejo instinto, uno que había sido trabajado a través de los años. Los alimentadores son esenciales para la vida de los Moroi. Eran seres humanos que voluntariamente se habían propuesto ser una fuente regular de sangre, humanos que estaban al margen de la sociedad que dan su vida al mundo secreto de los Moroi. Ellos estaban bien cuidados y tenían todas las comodidades que pudiesen necesitar. Pero en esencia, eran como drogadictos, adictos a la saliva de los Moroi y a la adrenalina que sentían en cada mordida. Los Moroi - y los guardianes - despreciaban esta dependencia, a pesar de que los Moroi no sobrevivirían sin ella, a menos que los obligasen por la fuerza. La hipocresía en su nivel más alto.
La alimentadora inclinó su cabeza, dando a Lissa total acceso a su cuello. Su piel estaba marcada por cicatrices de años de mordidas diarias. Las infrecuentes alimentaciones que Lissa y yo habíamos hecho mantuvieron mi cuello limpio; las marcas de las mordidas no duraban más de un día o dos.
Lissa se inclinó ligeramente hacia adelante, los colmillos mordiendo la dócil piel de la alimentadora. La mujer cerró los ojos, haciendo un suave sonido de placer. Tragué fuertemente, observando a Lissa beber. No vi sangre, pero podía imaginármela. Una oleada de emociones surgió en mi pecho: Deseo. Celos. Desvié mi mirada, mirando firmemente el suelo. Mentalmente me regañé.
¿Cuál es tú problema? ¿Por qué lo estás echando de menos? Solo lo hacías una vez al día. No eres una adicta, no eres como ella. Y no lo quieres ser.
Pero no podía evitarlo, no podía evitar el modo en como me sentía al recordar la felicidad y la adrenalina de la mordida de un vampiro.
Lissa terminó y regresamos a la zona común, yendo hacia cola de la comida. Era pequeña, pues solo nos quedaban quince minutos, me adelanté y comencé a llenar mi plato con patatas fritas y algunos bocaditos de algo que parecían alitas de pollo. Lissa sólo cogió un yogur. Los Moroi necesitaban alimentos, como los dhampirs y los humanos, pero rara vez tenían apetito después de beber sangre.
"Entonces, ¿cómo te fueron las clases?", Le pregunté.
Se encogió de hombros. Su rostro estaba brillante, lleno de color y vida. "Muy bien. Llenas de miradas. Muchas miradas. Muchas preguntas acerca de dónde estuvimos. Susurros. "
"A mi me pasó lo mismo", dije. El asistente nos comprobó, y anduvimos hacia las mesas. Le eché a Lissa una mirada de reojo. "¿Esta todo bien? ¿No te están molestando?, ¿no? "
"No - todo está bien". Las emociones que sentía a través de nuestra conexión contradecían sus palabras.
Sabiendo que podía sentirlo, cambió de tema dándome su horario de clase. Lo leí en voz alta.
1º_Ruso 2
2º_ Literatura Colonial Americana
3º_Principios Elementales de Control
4º_Poesía Antigua
- Almuerzo -
5º_Comportamiento y Fisiología Animal
6º_ Cálculo Avanzado
7º_Cultura Moroi 4
8º_Artes Eslavas

"Chapona", le dije. "Si fueras tan mala como yo en matemáticas, por la tarde tendríamos el mismo horario. "dejé de caminar. "¿Porque estas en principios elementales? Es una clase de primer año. "
Me miró. "Debido a que los veteranos tienen clases especializadas".
Guardamos silencio. Todos los Moroi controlaban la magia elemental. Era una de las cosas en que los vampiros vivos, los Moroi se diferenciaban de los Strigoi, los vampiros muertos. Los Moroi veían la magia como un don. Era parte de sus almas y los conectaba con el mundo.
Mucho tiempo atrás, utilizaban la magia abiertamente evitando desastres naturales y ayudando con cosas como con la producción de alimentos y de agua. Ya no necesitaban hacerlo, pero la magia todavía estaba en su sangre. Los consumé y hace que ellos quieran ponerse en contacto con el mundo y que manejen su poder. Academias como esta existen para ayudar a los Moroi a controlar la magia y para que aprendan a hacer cosas más complejas con ella.
Los estudiantes también tenían que aprender las reglas en torno a la magia, normas que fueron hechas hace siglos y que se hacían cumplir muy estrictamente.
Cada Moroi tenía una pequeña habilidad con un elemento. Cuando ellos tenían nuestra edad, los estudiantes se "especializaban" cuando un elemento se hacia mas fuerte en ellos que los otros: tierra, agua, fuego o aire. No especializarse era como ser un adolescente, sin pasar por la pubertad.
Y Lissa... bueno, Lissa todavía no se había especializado.
"¿Sigue la Sra. Carmack enseñando eso? ¿Qué dijo? "
"Dijo que no me preocupase. Todavía piensa que vendrá".
"Tú – le contaste sobre -"
Lissa negó con la cabeza. "No. Por supuesto que no. "
Dejamos el asunto. Era uno del cual pensábamos a menudo, pero del que rara vez hablábamos.
Empezamos a caminar de nuevo, buscando una mesa para sentarnos.
Algunos pares de ojos nos miraban con evidente curiosidad.
"¡Lissa!" Dijo una voz muy cerca. Mirando de reojo, vimos a Natalie saludándonos. Lissa y yo intercambiamos miradas. Natalie era una especie de prima de Lissa de la misma manera que Víctor era una especie de tío, pero nunca andábamos mucho con ella.
Lissa se encogió de hombros y se fue en su dirección. "¿Por qué no?"
La seguí a regañadientes. Natalie era agradable, pero también era de las personas más aburridas que había conocido. La mayoría de la realeza de la academia disfrutaba de una especia de estatus de celebridad, pero Natalie, nunca había querido encajar con esa multitud. Ella era muy simple, muy desinteresada en la política de la Academia, y demasiado negada como para hacerles frente.
Los amigos de Natalie nos miraban con una curiosidad tranquila, pero ella no se controló. Arrojó sus brazos alrededor nuestra. Como Lissa tenía los ojos verde jade pero sus cabellos eran de un negro azabache, como habían sido los de Víctor antes de que la enfermedad los convirtiese en grises.
"¡Estás de vuelta! ¡Sabía que regresarías! Todo el mundo decía que te habías ido para siempre, pero nunca lo creí. Sabía que no podrías mantenerse alejada. ¿Por qué te fuiste? Hay tantas historias acerca de por qué te marchaste! "Lissa y yo intercambiamos miradas mientras Natalie parloteaba. "Camille dijo que una de vosotras estaba embarazada y que habíais huido para abortar, pero yo sabía que no podía ser verdad. Alguien dijo que habíais huido para reuniros con la madre de Rose, pero pensé que la Sra. Kirova y Papá no estarían tan intranquilos si estuvierais allí. ¿Sabías que seremos compañeras de cuarto? Estuve hablando con... "
Ella continuó hablando, mostrando sus colmillos mientras hablaba. Yo sonreía educadamente, dejando a Lissa hacer frente a la ofensiva hasta que Natalie hizo una pregunta peligrosa.
"¿Cómo conseguías sangre, Lissa?"
Toda le mesa se quedó mirando el congelamiento de Lissa, pero yo inmediatamente entre en la conversación, la mentira surgiendo rápidamente en mis labios.
"Oh, eso fue fácil. Hay muchos humanos que quieren hacer eso. "
"¿En serio?" Preguntó uno de los amigos de Natalie, con los ojos muy abiertos.
"Sip. Los encuentras en fiestas y cosas de ese tipo. Todos ellos están buscando una dosis de algo, y no se dan cuenta de que es un vampiro lo que está haciendo esto: la mayoría están tan perdidos que no recuerdan nada." Se me acabaron los detalles vagos, así que simplemente me encogí de hombros de la mejor manera confiada que pude. "Como dije, es fácil. Casi más fácil que conseguir nuestros propios alimentadores".
Natalie aceptó eso y entonces se lanzó a otro tema. Lissa me lanzó una mirada de agradecimiento.
Ignorando la conversación de nuevo, observé las caras conocidas, tratando de entender quién andaba con quién y cómo el poder se había transferido dentro de la academia. Mason, sentado con un grupo de aprendices, captó mi mirada y me sonrió. Cerca de él, estaba sentado un grupo de la realeza Moroi, riéndose de algo. Aarón y la chica rubia también estaban allí sentados.
"Oye, Natalie," le dije, girándome y cortando la conversación. Pareció no percibirlo o no le importó.
"¿Quién es la nueva novia de Aarón?"
"¿Eh? Oh Mia Rinaldi." Al ver mi expresión en blanco, preguntó,"¿No la recuerdas?"
"¿Debería? ¿Estaba aquí cuando nos marchamos? "
"Siempre estuvo aquí", dijo Natalie. "Solo es año más joven que nosotras."
Le lancé a Lissa una mirada interrogatoria, pero sólo se encogió de hombros.
"¿Por qué está tan enfadada con nosotras?", Le pregunté. "Ninguna la conocemos".
"No lo sé", respondió Natalie. "Tal vez ella siente celos por lo de Aarón. Ella no era mucha cosa cuando os fuisteis. Se hizo muy popular muy rápidamente. Ella no es de la realeza ni nada, pero una vez que comenzó a coquetear con Aaron, ella-"
"Muy bien, gracias", la interrumpí. "Realmente no -"
Miré por encima del rostro de Natalie, al de Jesse Zeklos, cuando el estaba pasando cerca de nuestra mesa. Ah, Jesse. Me había olvidado de él. Me gustaba coquetear con Manson y algunos otros principiantes, pero Jesse estaba en una categoría completamente diferente. Coqueteabas con otros chicos simplemente por el placer de coquetear. Coqueteabas con Jesse con la esperanza de acabar semidesnuda con el. Era de la realeza Moroi, y estaba tan bueno, debería llevar una placa que pusiese PRECAUCIÓN: INFLAMABLE. Encontró mi mirada y sonrió.
"Hola Rose, bienvenida. ¿Sigues siendo una rompe corazones?"
"¿Te estás ofreciendo?"
Su sonrisa se amplió. "Un día de estos saldremos y lo descubriremos. Si puedes deshacerte de tu condicional".
Siguió caminando, y lo miré de forma admirable. Natalie y sus amigas me miraron incrédulas. Yo no sería una diosa al estilo Dimitri, pero en este grupo, Lissa y yo éramos diosas - o por lo menos ex-diosas – de una forma diferente.
"¡Oh Dios Mío!", exclamó una chica. No recordaba su nombre. "Aquel era Jesse."
"Sí", le dije, sonriendo. "Sin duda lo era."
"Lamento no ser como tú", dijo con un suspiro.
Sus ojos se fijaron en mí. Técnicamente, era media Moroi, pero tenía apariencia humana. Me mezclé bien entre los humanos en nuestro tiempo de fugitivas, tan bien que rara vez pensaba en mi apariencia. Aquí, entre las delgadas chicas Moroi y sin pechos, determinadas características - es decir, mis pechos eran mayores y mis caderas más definidas – si destacaban. Sabía que era guapa, pero para los chicos Moroi, mi cuerpo era algo más que hermoso, era sexy de una manera obscena. Las Dhampirs eran una conquista exótica, una novedad que todos los chicos Moroi querían "probar".
Es irónico que las Dhampirs causásemos tal fascinación, porque las delgadas chicas Moroi se parecían mucho a las modelos de pasarela súper delgadas tan famosas en el mundo humano. La mayoría de los seres humanos nunca podría alcanzar este objetivo "ideal" de delgadez, como las chicas Moroi nunca se parecerían a mí. Todo el mundo quiere lo que no puede tener.
Lissa y yo nos sentamos juntas en las clases que compartíamos por la tarde, pero no hablamos mucho.
Las miradas que había mencionado sin duda nos seguían, pero descubrí que cuanto más hablaba con la gente, más se abrían. Poco a poco, gradualmente, parecía que empezaban a recordar quienes éramos, y la novedad - pero no la intriga - de nuestra loca hazaña estaba desapareciendo.
Tal vez, debería decir, que recordaban quién era yo. Porque era la única que hablaba.
Lissa miraba fijamente hacia delante, escuchando pero sin responder o participar en mis intentos de establecer una conversación. Podía sentir su ansiedad y tristeza desbordante.
"Bien", le dije cuando terminó la clase. Estábamos de pie fuera de la academia, y yo era totalmente consciente de que haciendo esto, estaba rompiendo uno de los términos de mi acuerdo con Kirova. "No nos quedaremos aquí", le dije, observando el campus. "Encontraré la forma de salir de aquí."
"¿Crees que podríamos hacerlo por segunda vez?" Preguntó Lissa muy bajito.
"Absolutamente." Hablé con certeza, una vez más aliviada de que no pudiese leer mis sentimientos. La primera ve que escapamos había sido muy difícil. Hacerlo de nuevo sería un verdadero infierno, pero no es que no pensase en una salida.
"Realmente lo harías, ¿no?" Sonrió, más a sí misma que a mí, como si estuviese pensado en algo divertido. "Por supuesto que sí. Lo que ocurre es que, bueno..." Suspiró. "No creo que deberíamos marcharnos. Tal vez - tal vez deberíamos quedarnos aquí".
Parpadeé asombrada. "¿Qué?" No fue una de mis respuestas más elocuentes, pero fue la mejor que pude hacer. Nunca había esperado esto de ella.
"Te vi, Rose. Te vi hablando con los otros estudiantes en clase, hablando de la formación. Lo echaste de menos. "
"Esto no vale la pena," le discutí. "No... no si tu..." no puedo terminar, pero tenía razón. Ella me había leído. Había echado de menos a los otros aprendices. Hasta a algunos de los Moroi. Pero había algo más que eso. El peso de mi inexperiencia, lo atrasada que me había quedado, había estado creciendo en mí a lo largo del día.
"Tal vez sea lo mejor", respondió ella. "No he tenido tantas... ya sabes. No he sentido como si alguien nos estuviese siguiendo u observando".
No dije nada al respecto. Antes de abandonar la Academia, ella siempre sentía como si alguien la estuviese siguiendo, como si la estuviesen persiguiendo. Nunca encontré evidencias para apoyar eso, pero una vez escuché a una de nuestros profesores hablar y hablar sobre lo mismo. La Sra. Karp. Había sido una hermosa Moroi, con un pelo de un color marrón profundo y altos pómulos. Yo estaba casi segura de que estaba loca.
"Nunca se sabe quien podría estar observando," acostumbraba a decir ella, andando con brío por el aula mientras cerraba todas las cortinas. "O quien te podría estar siguiendo. Es mejor ser precavido. Es mejor estar siempre alerta". Hablábamos entre nosotros sofocando las risas porque eso es lo que los estudiantes hacen cuando tienen profesores paranoicos y excéntricos. Pensar que Lissa actuaba como ella me preocupaba.
"¿Cuál es el problema?" preguntó Lissa, al notar que estaba perdida en mis pensamientos.
"¿Eh? Nada. Sólo estaba pensando." Suspiré, tratando de equilibrar mis propios deseos con lo que era mejor para ella. "Liss, podemos quedarnos, creo... pero con algunas condiciones".
Esto hizo que ella riese. "Un Ultimátum Rose, ¿eh?"
"Lo digo en serio." Las palabras que no utilizaba a menudo. "Quiero que te mantengas alejada de la realeza. No como Natalie o así, pero ya sabes a quien me refiero, a los otros. Aquellos que juegan con poder. Camille. Carly. Ese grupo."
Su diversión se trasformó en sorpresa. "¿Hablas en serio?"
"Claro. De todas formas nunca te gustaron. "
"A ti te gustaban".
"No. No realmente. Me gustaba lo que podían ofrecer. Las fiestas y otras cosas".
"¿Y ahora puedes estar sin eso?" Parecía escéptica.
"Claro. En Portland lo hicimos."
"Sí, pero allí era diferente." Sus ojos miraban a la nada sin centrarse en algo concreto.
"Aquí... Aquí tengo que ser parte de eso. No puedo evitarlo".
"Si que puedes. Natalie está fuera de todo eso."
"Natalie no va a heredar el título de la familia", respondió ella. "Yo ya la tengo. Tengo que implicarme, comenzar a hacer conexiones. Andre -"
"Liss," Gemí. "No eres Andre." No podía creer que aún se comparase con su hermano.
"Siempre estaba involucrado en esas cosas."
"Sí, bueno," Vociferé en respuesta, "Ahora él está muerto."
Su rostro se endureció. "Sabes, a veces ni siquiera eres un poco agradable."
"No me mantienes cerca por ser gentil. Si quieres bondad, aquí hay una docena de corderitos que rasgarían la garganta de los demás simplemente por tener el favor de la princesa Dragomir. Me mantienes cerca por que te digo la verdad, y aquí está: Andre está muerto. Ahora tú eres la heredera, y tendrás que lidiar con eso de la mejor forma posible. Pero, por ahora, eso significa mantenerse alejada de la realeza. Vamos a ser discretas. Actuar con normalidad. Si te dejas llevar por esas cosas nuevamente, Liss, te vas a volver... "
"¿Loca?" Añadió cuando no terminé.
Ahora era yo quien miraba a la nada. "No quise decir..."
"Está todo bien", dijo, después de un tiempo. Suspiró y tocó mi brazo. "Está bien. Nos quedaremos y me mantendré alejada de todo eso. Actuaré tal y como quieres. Creo, que andaré con Natalie."
Para ser completamente honesta, yo no quería nada de eso. Yo quería ir a todas las fiestas de la realeza y a las fiestas salvajes llenas de bebidas alcohólicas como hacíamos antes. Habíamos estado alejadas de esa vida durante años hasta que los padres y el hermano de Lissa murieron. Andre debería haber sido el que heredase el título de la familia, y sin duda había actuado como tal. Guapo y extrovertido, era encantador con cada persona que conocía y había sido el líder de todos los clubes y grupos de la realeza que había en el campus.
Después de su muerte, Lissa consideró que era su deber familiar ocupar su lugar.
Pude disfrutar de ese mundo con ella. Era fácil para mí, porque realmente no tenía que lidiar con la parte de la política. Yo era una guapa dhampir, una a la cual no le importaba meterse en problemas y hacer locuras. Me convertí en la novedad, les gustaba tenerme cerca por la diversión que representaba.
Lissa tuvo que ocuparse de otros asuntos. Los Dragomirs eran una de las doce familias gobernantes. Tenía una posición muy poderosa en la sociedad Moroi, y los otros jóvenes de la realeza querían tener su favor. Falsos amigos la querían de su lado y así ponerla en contra de otras personas. Los de la realeza te podían sobornar y apuñalarte por la espalda al mismo tiempo - era un todos contra todos. Para los dhampirs y los plebeyos, ellos eran completamente imprevisibles.
Esa actitud cruel poco a poco había desgastado a Lissa. Ella era de naturaleza buena y gentil que a mi me gustaba y odiaba verla molesta y estresada por los juegos de la realeza. Ella había estado muy débil desde el accidente, y todas las fiestas del mundo no valían la pena si ella sufría.
"Vale", le dije finalmente. "Vamos a ver cómo son las cosas. Si algo sucede - cualquier cosa pequeña - nos vamos. Sin discusión".
Asintió con la cabeza.
"¿Rose?"
Nos fijamos en la figura de Dimitri. Esperaba que no hubiese oído la parte de la marcha.
"Llegas tarde al entrenamiento", dijo tranquilamente. Al ver a Lissa la saludó cortésmente. "Princesa".
Mientras él y yo nos íbamos, me quedé preocupada por Lissa y me pregunté si quedarnos aquí era lo correcto. No sentí nada alarmante a través de la conexión, pero sus emociones inundaban todo el lugar. Confusión. Nostalgia. Miedo. Esperanza. De una forma muy fuerte y poderosa, me inundaron.
Sentí la conexión justo antes de que sucediese. Fue exactamente como había ocurrido en el avión: sus emociones habían sido tan fuertes que ellas me habían "aspirado" a su mente antes de que pudiese detenerlas. Ahora podía ver y sentir lo que ella hacia.
Caminaba lentamente por la zona común, en dirección a la capilla ortodoxa rusa que se utilizaba para la mayoría de las necesidades religiosas de la academia. Lissa asistía a misa regularmente. Yo no.
Yo tenía un acuerdo sólido con Dios: yo creía en el - solamente – si el me dejaba dormir los domingos.
Pero cuando ella entró, pude sentir que ella no estaba allí para rezar. Ella tenía otro propósito, uno que yo desconocía. Mirando alrededor, miró que ni el sacerdote o algún orador estuviesen cerca. El lugar estaba vacío.
Deslizándose por una puerta en la parte posterior de la capilla, pasó por una estrecha escalera que conducía al ático. Aquí estaba oscuro y polvoriento. La única luz que había provenía de una enorme vidriera sucia que rompía la débil luz del alba y la transformaba en pequeños puntos multicolores que cubrían el suelo.
No supe hasta ese momento que ese lugar era el refugio de Lissa. Pero ahora podía sentir los recuerdos de cómo ella solía escaparse al ático para estar sola y pensar. Su ansiedad empezaba a calmarse en cuanto ella estuvo rodeada de ese ambiente familiar. Se sentó junto a la ventana y se inclinó hacia atrás apoyando la cabeza en la pared, disfrutando momentáneamente de la luz y el silencio.
Los Moroi podían soportar la luz, a diferencia de los Strigoi, pero aún así tenían que limitar su exposición. Sentada ahí, siendo protegida por el cristal que diluía los rayos, ella casi podía fingir que estaba bajo el sol.
Respira, sólo respira, se dijo a sí misma. Todo estará bien. Rose se encargará de todo.
Ella creía eso apasionadamente, como siempre, y aún se relajó más.
Una voz baja habló en la oscuridad.
"Puedes quedarte con la Academia, pero no con el asiento de la ventana."
Dio un salto, su corazón latiendo fuertemente. Compartía su inquietud, y mi propio pulso se aceleró. "¿Quién está ahí?"
Un momento después, una figura salió de detrás de una pila de cajas, un poco fuera de su campo de visión. La figura dio un paso adelante, y en la luz, las expresiones familiares se materializaron. Cabello negro despeinado. Ojos color azul pálido. Una sonrisa satisfecha y burlona.
Christian Ozera.
"No te preocupes", dijo. "No te voy a morder. Bueno, al menos no de la manera que temes." Dijo sonriendo ante su propia broma.
Ella no le había encontrado la gracia. Había olvidado completamente a Christian. Yo también.
No importaba lo que ocurría en nuestro mundo, algunas verdades básicas acerca de los vampiros seguían siendo verdad. Los Moroi estaban vivos; Los Strigoi eran muertos vivientes. Los Moroi eran mortales; los Strigoi eran inmortales. Los Moroi nacían; Los Strigoi eran convertidos.
Hay dos formas de convertirse en un Strigoi. Los Strigoi podían transformar humanos, dhampirs, y Morois con una sola mordida. Y Moroi tentados por la promesa de la inmortalidad podían convertirse en Strigoi por su propia elección si intencionalmente mataban a una persona mientras se alimentaban. Hacer eso, era considerado siniestro y retorcido, el mayor de todos los pecados, tanto en contra del modo de vida de los Moroi, y de la naturaleza. Los Moroi, que elegían el camino oscuro perdían su habilidad de conexión con la magia elemental y con las otras fuerzas del universo. Por ese motivo, no podían estar bajo el sol.
Eso fue lo que sucedió con los padres de Christian. Ellos eran Strigoi.



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